miércoles, 20 de agosto de 2014

Las palabras no se las lleva el viento...


La manera como mejor se conoce a una persona es cuando esta se encuentra enojada ya que sus emociones están a flor de piel. De lo que hay en su interior, en su corazón, de esto hablara, así expresara lo que siente. Sus palabras son el reflejo del alma. Y quienes mejor que los hijos para conocer a los padres porque son como esponjas que aprenden de sus palabras.     
 Los hijos creen todo lo que los padres les dicen, de esta manera forman sus conceptos, creencias, hábitos etc. La manera como se le habla a un niño establece su futuro porque su identidad, su capacidad de crear o de soñar van ligadas a ese "código" que es grabado en su mente. Las palabras tienen el poder de edificar o destruir a una persona. Una palabra cruel puede arruinar una vida que comienza.  Una palabra dulce puede calmar una tormenta. Con la misma boca podemos bendecir o maldecir.  Por esta razón es tan importante el lenguaje que se tiene con ellos, en especial aquel empleado en el momento de corregirlos. 

Entonces para tener hijos exitosos la clave es hablarles con palabras positivas. Infortunadamente  no siempre es así. A muchos niños se les trata con dureza, sus padres utilizan un lenguaje abusivo. Palabras como "idiota", "estúpido", "no sirves para nada" son lanzadas a la ligera sin pensar porque el que las dice cree que el viento se las lleva.

 Las palabras crueles  No se las lleva el viento, quedan enterradas en el alma, son ataques verbales, armas que azotan, son como puñales que van escarneciendo el corazón, que van matando lentamente la vida, que dañan las emociones hasta destruir el autoestima . No se ven las heridas que producen.  El daño va por dentro y continua hasta la edad adulta.

Los hijos merecen solo palabras de amor, palabras que los motiven, que les den animo.  Felicita a tu hijo cuando haga algo bueno, corrigelo de manera constructiva.  Ama a tu hijo no solo cuando te haga lucir bien, sino también cuando se equivoque.  No critiques todo, no le busques los defectos. Háblale con palabras de bendición recuerda que los hijos creen todo lo que los padres les dicen.  Recuerda que son niños y que tu eres el adulto. Ayúdale a descubrir sus talentos y que tenga confianza en si mismo.

Ten siempre presente: antes de hablar piensa en tu hijo...Bendicelo,  en tus palabras esta el poder. 

Las palabras no se las lleva el viento....   
    

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